TEORÍAS ACTUALES
Hoy se sabe que la formación de estos anillos se debe a la maraña de hilillos microscópicos fungosos, el mycellium, enterrado bajo el círculo mágico.
Para comprender el mecanismo de crecimiento de los anillos es necesario tener en cuenta lo que es realmente un hongo. Los pequeños sombrerillos llamados carpóforos o setas no son sino la parte reproductora. La parte más grande del hongo, como un iceberg (6), está oculta bajo la tierra. Es el micelio, cuyas ramificaciones, constituidas de pequeñísimos filamentos, llamados hifas, pueden extenderse a más de un metro de profundidad. É0ste es el verdadero cuerpo o tallo del hongo. Estas ramificaciones microscópicas se les conoce vulgarmente con el nombre de “blanco de hongo”.
La función del micelio es la de conseguir el alimento. Ésa es la razón por la cual se extienden por el terreno en busca de nuevos nutrientes. Los micellia pueden alimentarse casi de cualquier cosa y crecer prácticamente en cualquier lugar, desde el suelo a la madera, hasta el vidrio o el cuero. Algunos crecen sobre materia orgánica, mientras que otros viven de los organismos vivos, ya como parásitos, ya como parte de un grupo simbiótico.
En el caso de los hongos que producen anillos de hadas, los subproductos de descomposición que aquellos producen, alimenta la hierba que crece encima del micelio subterráneo que siempre sale a flor de tierra. En consecuencia, la hierba sobresale del anillo.
La manera en que se forman los anillos de hadas es muy interesante. Supongamos que han nacido hongos en un punto determinado del suelo. Si las condiciones son favorables, particularmente si la humedad es elevada, van a proliferar alrededor de su punto de origen. Debajo de la tierra, por lo regular, los micelios crecen por igual en todas direcciones, de una forma radial. Al agotar las sustancias que los nutren, algunos de ellos van muriendo, pero otros, los que han avanzado más allá del círculo en donde se han agotado los nutrientes, tendrán oportunidad de fructificar y formar setas.
Estas setas dejarán caer sus esporas, que se desarrollarán en la parte exterior de este nuevo círculo, lo que provoca que la parte viva del hongo sea un anillo que se va extendiendo de forma radial. Este fenómeno se seguirá repitiendo de modo indefinido, pues las distintas generaciones de hongos agotarán las sustancias alimenticias del lugar en el cual vivieron. Así se irá formando un anillo que, a medida que el tiempo pase, tendrá mayores dimensiones, puesto que las nuevas setas irán creciendo y esparciéndose por la parte exterior en busca de su alimento.
Los corros de brujas se pueden apreciar incluso cuando el hongo todavía no ha producido las setas, ya que la acumulación de nitritos por parte del hongo hace que la hierba crezca con más vigor sobre éste, formando un corro de hierba más alta.
La formación de estos anillos refleja el modo en que crece el hongo si no tiene obstrucciones de tipo físico o biológico. En el laboratorio, los hongos pueden crecer hasta formar un círculo perfecto. Generalmente, en la naturaleza esto no ocurre, debido a diversos factores. Los hongos tienden a crecer siguiendo los sustratos favorables y manteniéndose alejados de las condiciones desfavorables (7). El ancho de estas zonas circulares es constante, no sobrepasando, generalmente, los 20 ó 30 centímetros.
El anillo aumenta de diámetro anualmente, como consecuencia del crecimiento subterráneo de su aparato vegetativo. Los anillos de hadas son colonias gigantes formadas después de muchos años de una dura lucha contra las condiciones ambientales. Se conocen casos de anillos de más de 70 metros de diámetro, a los que se les ha calculado una edad aproximada a los 400 años. Pero los más típicos se escalonan entre uno y cuatro metros.
La velocidad de crecimiento hacia el exterior depende de numerosos parámetros: naturaleza del suelo, de las plantas que ahí crecen y del propio hongo. El crecimiento puede oscilar entre 7.5 y 60 centímetros por año. En algunos casos, los hongos florecen durante dos o tres años hasta dejar exhausto el terreno, sin nutrientes, por lo que el mismo hongo llega a morir.
La zona de crecimiento acelerado de hierba se desplaza también con los hongos; y ello se debe a los abonos nitrogenados producidos por el ciclo ecológico del parásito; éste, por descomposición de las proteínas de la materia orgánica proveniente del suelo, libera amoniaco, que las bacterias transforman en nitritos, y después en nitratos. Pero este crecimiento, que presenta ciertas cualidades estéticas, lleva a un estado final de debilitamiento de la vegetación sobre una franja del anillo situada entre dos zonas estimuladas como consecuencia del efecto de los cambios fisicoquímicos del suelo, debidos al micelio.
Bajo condiciones tan desfavorables, toda la superficie del círculo resulta, al fin de cuentas, dañada y el anillo de hadas así formado puede, erróneamente, hacer pensar que se trata de una quemadura, no bien la hierba desecada tome un color rojizo o amarillento. Pero también cabe acotar que hay casos en los que se observan anillos rodeados de hongos sin menores efectos en la vegetación (8).
Algunos de estos anillos presentan una particularidad aún más sorprendente: las setas suelen aparecer de la noche a la mañana, como “por arte de magia”. Este fenómeno también tiene una explicación racional. Es bien conocido que todo ser vivo está compuesto, esencialmente, de agua: en el caso del hombre, el 70% de su peso es agua, pero este porcentaje aumenta al 90 ó 95% en el caso de los hongos y las algas. Ciertas especies pueden, en tiempos de sequía, reducirse mediante deshidratación al tamaño de una cabeza de alfiler, apenas visible. Al llegar la lluvia, la criptógama crece por absorción de agua a una velocidad tal, que de buena fe puede creerse que ha surgido de la nada. Todo el proceso puede ocurrir en una noche.
LA RELACIÓN CON LOS OVNIS
Desde la muy temprana época de los platillos volantes (años 50 y 60), los ufólogos intentaron establecer una relación entre los anillos de hadas, hongos y OVNIS. El hecho de que en algunos sitios aparecieran, de repente, enormes hongos que no estaban ahí el día anterior, o que en los prados se vieran zonas casi perfectamente circulares de anillos en donde la vegetación o bien, había crecido superando en tamaño a la que crecía fuera del círculo, o bien formando un anillo de terreno “seco y quemado”, dio lugar a que algunos teóricos de los OVNIS difundieran la idea de que algunos de estos aparatos habían aterrizado en esas zonas. Sus motores, decían, habían quemado la zona y la radiación había alterado la hierba haciéndola crecer de manera desproporcionada. Muchos de estos casos, la mayoría, se dieron en Argentina (9).
A principios de los 70 algunos ufólogos críticos (10, 11) se percataron de que estos fenómenos nada tenían que ver con los OVNIS y así lo dieron a conocer. No obstante, para la gran mayoría de los aficionados a los OVNIS y las nuevas generaciones que se acercan al tema, el asunto de los anillos de hadas continúa siendo parte integral del mito ufológico.
Allan Hendry, quien fuera director de investigaciones del CUFOS, presenta el caso en su “The UFO Handbook” (12), de un matrimonio que vivía en Galena, Illinois. La mañana del 7 de agosto de 1977 descubrieron un gran anillo en el patio trasero de su casa. Los testigos habían vivido en el sitio desde 1946 y nunca habían visto algo parecido. Le avisaron a su vecino y éste se comunicó al CUFOS diciendo que “nódulos de molibdeno o níquel formaron un anillo de tres o 3.5 metros”.
Hendry se dirigió de inmediato al sitio y encontró que en realidad tenía casi unos cuatro metros de diámetro por 20 centímetros de ancho. El prado estaba cubierto de pequeñas esferitas, parecidas a cabezas de los alfileres, y aglomeradas de forma muy compacta. Dentro del anillo había, además, tres manchas equidistantes que sugerían una especie de trípode o tren de aterrizaje. Pero la hierba no estaba aplastada, aunque sí estaba cubierta, por arriba y por debajo del suelo, con esa sustancia.
Al colectar las bolitas se vio que no eran metálicas y que se deshacían fácilmente, en un fino polvo, al tocarlas. El “nido de OVNI” se encontraba directamente bajo las ramas de un árbol y, a un lado, había varias líneas de tensión. Definitivamente un OVNI no podía haber aterrizado en ese lugar.
Hendry recolectó algunas muestras del material y lo llevó a analizar al Field Museum of Natural History, en Chicago. El veredicto fue “lodo de hongos” (Myxomycetes sporangia), un hongo primitivo. Este hongo comienza su crecimiento como una simple espora y va creciendo, de manera radial, en forma de gel transparente, unas cuantas pulgadas por día. Cuando entra en la fase de esporas, más o menos cuando el círculo que va formando, alcanza unos tres metros de diámetro, y se vuelve visible ya que adopta la forma de pequeñas microesféras de aspecto metálico.
Curiosamente cinco días después un investigador OVNI independiente envió muestras “de una sustancia dejada por dos OVNIS al aterrizar en un terreno al noroeste de la Universidad de Purdue en Indiana”. Hendry las identificó de inmediato como las esporas del Myxomycetes. Las muestras provenían de dos anillos adyacentes de ocho pies y once pulgadas de diámetro. Tanto los estudiantes de la universidad como el sheriff del condado, supusieron que las habían dejado dos OVNIS al aterrizar.
En México varios casos de aterrizaje investigados por el comité OVNI de la “Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica”, resultaron ser anillos de hadas (13). El caso de Tula, en particular, fue presentado en la televisión en el programa “¿Usted qué opina?”. En esa ocasión, Héctor Escobar fue el encargado de hablar del asunto. Desafortunadamente Héctor tenía poco de conocer el fenómeno de los anillos de hadas y tampoco entendió mi explicación sobre los análisis que hice del terreno, por lo que su presentación fue poco entendida. Tan es así que la señora Zita Rodríguez, que en ese entonces dirigía la revista “Reporte OVNI”, se atrevió a decir que los escépticos “tenían una gran imaginación”. Rodríguez escribió (14):
“Algunos ‘analistas escépticos’ del fenómeno OVNI, formularon la hipótesis de que estos círculos fueron creados ‘de la noche a la mañana’ por unos hongos de tipo carnoso de pie y sombrero que son muy comunes en nuestros bosques (…) Para su desarrollo tardarían varias semanas y los daños se verían en un período de uno a dos meses”.
La que tenía mucha imaginación y poca cultura era Zita, quien creía que nosotros imaginábamos un enorme hongo bajando del cielo y produciendo la huella. Tampoco sabía que, efectivamente, las setas podían aparecer “de la noche a la mañana”.
Por otra parte, nosotros nunca dijimos que las huellas que aparecieron en el cerro de La Estrella se debieran a hongos. Lo que encontramos, simplemente al entrevistar a la gente del lugar, era que tales círculos se habían formado porque ahí salían a entrenar a unos caballos. Atados de cuerdas se les hacía girar y habían llegado a formar esos surcos. Esto lo debería saber Zita, porque estuvo en el sitio y sólo hay dos explicaciones: o era muy mala investigadora y no preguntó a los vecinos por el fenómeno, u ocultó la explicación en aras de poder vender su revista.
Finalmente, en su artículo citado extrae un largo párrafo sacado de algún texto de educación secundaria, para darles una clase sobre los hongos a esos “escépticos tan imaginativos”, y de paso demostrar sus enormes conocimientos de “botánica”.
Ciertamente los artículos críticos sobre el tema de los anillos de hadas han tenido poca difusión, pero confío en que este artículo pueda, de una vez y para siempre, dejar el asunto zanjado y los ufólogos ya no vuelvan a mezclar esas cosas que se ven en el cielo con aquellos manjares tan suculentos de la tierra.
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