Una vieja leyenda cuenta que en las noches de luna llena, las hadas gustan reunirse en lugares alejados de toda presencia humana y danzar jubilosas en círculos en los prados circundados de bosques. Los sapos de los charcos cercanos se sientan extasiados alrededor de las hadas danzantes a contemplar su fantástico baile; en la mañana siguiente doquiera que se haya sentado un sapo aparece un hongo, formándose un hermoso círculo.
Si los sapos que asistieron a la danza de las hadas eran venenosos los hongos serán tóxicos; si no eran peligrosos, los hongos serán comestibles. Pero ¿cómo saber que sapo estuvo allí?...Hubo un tiempo en que toda clase de explicaciones fantasiosas se daban al origen de los “corros de hadas”. La gente creía, como afirma nuestra leyenda, que esos corros los producían las hadas al danzar y que cualquiera que se detuviera dentro del círculo estaría bajo su encanto. En Sussex, Gran Bretaña, se denominan “hag tracks” y se atribuyen a que los duendes que capturan los caballos jóvenes los montan en círculo; se dice que los caballos han sido “hag ridden”. Los irlandeses comenzaron a llamar a estas formaciones circulares de hongos, “fairy rings” que traducido al español significa “anillo de hadas”. Otros pueblos también relacionaban estas formaciones con las brujas, los duendes, los gnomos y demás seres mitológicos. En Francia, nadie debía entrar a un corro de hadas (cerclé de fées) porque se decía que podía ser atacado por enormes sapos venenosos. En Italia, desde hace mucho tiempo asocian estas formaciones fúngicas con el aquelarre de las brujas y las conocen como “cerchi delle streghe”.
Un ilustre testimonio de las supersticiones que rodeaban el origen de los corros lo proporcionó Shakespeare, quien en su obra “La Tempestad” se refiere a ellos como un fenómeno ocasionado por el paso de los duendes (Acto V, Escena 1) "you demi-puppets that by moonshine do the green sour ringlets make". Los corros de hadas se pueden apreciar incluso cuando el hongo todavía no ha producido las setas, y por ello mucha gente supuso que los anillos o círculos que observaban en la hierba eran el trabajo de topos, hormigas o zorros, o que eran causados por relámpagos, remolinos de viento, o bien por la orina de los animales. Se dice que la magia encerrada en la hierba de los corros era advertida por los carneros que procuraban no comerla. En épocas recientes se ha asociado la existencia de círculos en el pasto hasta con el aterrizaje de platillos voladores. Otras personas los relacionan con zonas de energía negativa por lo cual los hongos deben ser eliminados de inmediato.
Un método que es un tanto peligroso y en consecuencia poco recomendable, para ver a las hadas, es entrar a un corro en una noche de luna llena; una vez dentro se las verá danzando y cantando alegremente, pero siempre se debe mantener un pie fuera del círculo.
Si no se hace así, bailarás dentro del corro durante 7 días, 7 meses o quizás 7 años; aunque parecerá que han pasado sólo algunos minutos.
Suerte y felicitaciones por creer en las hadas.
fuente:Jesús Hernández-Investigador Efraín Moreno: Profesor
"Cree en las hadas y amalas, pues ellas tienen una misiòn en el planeta, por cada persona que no cree en las hadas una de ellas muere...."
martes, abril 13, 2010
Anillos de Hadas 2
TEORÍAS ACTUALES
Hoy se sabe que la formación de estos anillos se debe a la maraña de hilillos microscópicos fungosos, el mycellium, enterrado bajo el círculo mágico.
Para comprender el mecanismo de crecimiento de los anillos es necesario tener en cuenta lo que es realmente un hongo. Los pequeños sombrerillos llamados carpóforos o setas no son sino la parte reproductora. La parte más grande del hongo, como un iceberg (6), está oculta bajo la tierra. Es el micelio, cuyas ramificaciones, constituidas de pequeñísimos filamentos, llamados hifas, pueden extenderse a más de un metro de profundidad. É0ste es el verdadero cuerpo o tallo del hongo. Estas ramificaciones microscópicas se les conoce vulgarmente con el nombre de “blanco de hongo”.
La función del micelio es la de conseguir el alimento. Ésa es la razón por la cual se extienden por el terreno en busca de nuevos nutrientes. Los micellia pueden alimentarse casi de cualquier cosa y crecer prácticamente en cualquier lugar, desde el suelo a la madera, hasta el vidrio o el cuero. Algunos crecen sobre materia orgánica, mientras que otros viven de los organismos vivos, ya como parásitos, ya como parte de un grupo simbiótico.
En el caso de los hongos que producen anillos de hadas, los subproductos de descomposición que aquellos producen, alimenta la hierba que crece encima del micelio subterráneo que siempre sale a flor de tierra. En consecuencia, la hierba sobresale del anillo.
La manera en que se forman los anillos de hadas es muy interesante. Supongamos que han nacido hongos en un punto determinado del suelo. Si las condiciones son favorables, particularmente si la humedad es elevada, van a proliferar alrededor de su punto de origen. Debajo de la tierra, por lo regular, los micelios crecen por igual en todas direcciones, de una forma radial. Al agotar las sustancias que los nutren, algunos de ellos van muriendo, pero otros, los que han avanzado más allá del círculo en donde se han agotado los nutrientes, tendrán oportunidad de fructificar y formar setas.
Estas setas dejarán caer sus esporas, que se desarrollarán en la parte exterior de este nuevo círculo, lo que provoca que la parte viva del hongo sea un anillo que se va extendiendo de forma radial. Este fenómeno se seguirá repitiendo de modo indefinido, pues las distintas generaciones de hongos agotarán las sustancias alimenticias del lugar en el cual vivieron. Así se irá formando un anillo que, a medida que el tiempo pase, tendrá mayores dimensiones, puesto que las nuevas setas irán creciendo y esparciéndose por la parte exterior en busca de su alimento.
Los corros de brujas se pueden apreciar incluso cuando el hongo todavía no ha producido las setas, ya que la acumulación de nitritos por parte del hongo hace que la hierba crezca con más vigor sobre éste, formando un corro de hierba más alta.
La formación de estos anillos refleja el modo en que crece el hongo si no tiene obstrucciones de tipo físico o biológico. En el laboratorio, los hongos pueden crecer hasta formar un círculo perfecto. Generalmente, en la naturaleza esto no ocurre, debido a diversos factores. Los hongos tienden a crecer siguiendo los sustratos favorables y manteniéndose alejados de las condiciones desfavorables (7). El ancho de estas zonas circulares es constante, no sobrepasando, generalmente, los 20 ó 30 centímetros.
El anillo aumenta de diámetro anualmente, como consecuencia del crecimiento subterráneo de su aparato vegetativo. Los anillos de hadas son colonias gigantes formadas después de muchos años de una dura lucha contra las condiciones ambientales. Se conocen casos de anillos de más de 70 metros de diámetro, a los que se les ha calculado una edad aproximada a los 400 años. Pero los más típicos se escalonan entre uno y cuatro metros.
La velocidad de crecimiento hacia el exterior depende de numerosos parámetros: naturaleza del suelo, de las plantas que ahí crecen y del propio hongo. El crecimiento puede oscilar entre 7.5 y 60 centímetros por año. En algunos casos, los hongos florecen durante dos o tres años hasta dejar exhausto el terreno, sin nutrientes, por lo que el mismo hongo llega a morir.
La zona de crecimiento acelerado de hierba se desplaza también con los hongos; y ello se debe a los abonos nitrogenados producidos por el ciclo ecológico del parásito; éste, por descomposición de las proteínas de la materia orgánica proveniente del suelo, libera amoniaco, que las bacterias transforman en nitritos, y después en nitratos. Pero este crecimiento, que presenta ciertas cualidades estéticas, lleva a un estado final de debilitamiento de la vegetación sobre una franja del anillo situada entre dos zonas estimuladas como consecuencia del efecto de los cambios fisicoquímicos del suelo, debidos al micelio.
Bajo condiciones tan desfavorables, toda la superficie del círculo resulta, al fin de cuentas, dañada y el anillo de hadas así formado puede, erróneamente, hacer pensar que se trata de una quemadura, no bien la hierba desecada tome un color rojizo o amarillento. Pero también cabe acotar que hay casos en los que se observan anillos rodeados de hongos sin menores efectos en la vegetación (8).
Algunos de estos anillos presentan una particularidad aún más sorprendente: las setas suelen aparecer de la noche a la mañana, como “por arte de magia”. Este fenómeno también tiene una explicación racional. Es bien conocido que todo ser vivo está compuesto, esencialmente, de agua: en el caso del hombre, el 70% de su peso es agua, pero este porcentaje aumenta al 90 ó 95% en el caso de los hongos y las algas. Ciertas especies pueden, en tiempos de sequía, reducirse mediante deshidratación al tamaño de una cabeza de alfiler, apenas visible. Al llegar la lluvia, la criptógama crece por absorción de agua a una velocidad tal, que de buena fe puede creerse que ha surgido de la nada. Todo el proceso puede ocurrir en una noche.
LA RELACIÓN CON LOS OVNIS
Desde la muy temprana época de los platillos volantes (años 50 y 60), los ufólogos intentaron establecer una relación entre los anillos de hadas, hongos y OVNIS. El hecho de que en algunos sitios aparecieran, de repente, enormes hongos que no estaban ahí el día anterior, o que en los prados se vieran zonas casi perfectamente circulares de anillos en donde la vegetación o bien, había crecido superando en tamaño a la que crecía fuera del círculo, o bien formando un anillo de terreno “seco y quemado”, dio lugar a que algunos teóricos de los OVNIS difundieran la idea de que algunos de estos aparatos habían aterrizado en esas zonas. Sus motores, decían, habían quemado la zona y la radiación había alterado la hierba haciéndola crecer de manera desproporcionada. Muchos de estos casos, la mayoría, se dieron en Argentina (9).
A principios de los 70 algunos ufólogos críticos (10, 11) se percataron de que estos fenómenos nada tenían que ver con los OVNIS y así lo dieron a conocer. No obstante, para la gran mayoría de los aficionados a los OVNIS y las nuevas generaciones que se acercan al tema, el asunto de los anillos de hadas continúa siendo parte integral del mito ufológico.
Allan Hendry, quien fuera director de investigaciones del CUFOS, presenta el caso en su “The UFO Handbook” (12), de un matrimonio que vivía en Galena, Illinois. La mañana del 7 de agosto de 1977 descubrieron un gran anillo en el patio trasero de su casa. Los testigos habían vivido en el sitio desde 1946 y nunca habían visto algo parecido. Le avisaron a su vecino y éste se comunicó al CUFOS diciendo que “nódulos de molibdeno o níquel formaron un anillo de tres o 3.5 metros”.
Hendry se dirigió de inmediato al sitio y encontró que en realidad tenía casi unos cuatro metros de diámetro por 20 centímetros de ancho. El prado estaba cubierto de pequeñas esferitas, parecidas a cabezas de los alfileres, y aglomeradas de forma muy compacta. Dentro del anillo había, además, tres manchas equidistantes que sugerían una especie de trípode o tren de aterrizaje. Pero la hierba no estaba aplastada, aunque sí estaba cubierta, por arriba y por debajo del suelo, con esa sustancia.
Al colectar las bolitas se vio que no eran metálicas y que se deshacían fácilmente, en un fino polvo, al tocarlas. El “nido de OVNI” se encontraba directamente bajo las ramas de un árbol y, a un lado, había varias líneas de tensión. Definitivamente un OVNI no podía haber aterrizado en ese lugar.
Hendry recolectó algunas muestras del material y lo llevó a analizar al Field Museum of Natural History, en Chicago. El veredicto fue “lodo de hongos” (Myxomycetes sporangia), un hongo primitivo. Este hongo comienza su crecimiento como una simple espora y va creciendo, de manera radial, en forma de gel transparente, unas cuantas pulgadas por día. Cuando entra en la fase de esporas, más o menos cuando el círculo que va formando, alcanza unos tres metros de diámetro, y se vuelve visible ya que adopta la forma de pequeñas microesféras de aspecto metálico.
Curiosamente cinco días después un investigador OVNI independiente envió muestras “de una sustancia dejada por dos OVNIS al aterrizar en un terreno al noroeste de la Universidad de Purdue en Indiana”. Hendry las identificó de inmediato como las esporas del Myxomycetes. Las muestras provenían de dos anillos adyacentes de ocho pies y once pulgadas de diámetro. Tanto los estudiantes de la universidad como el sheriff del condado, supusieron que las habían dejado dos OVNIS al aterrizar.
En México varios casos de aterrizaje investigados por el comité OVNI de la “Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica”, resultaron ser anillos de hadas (13). El caso de Tula, en particular, fue presentado en la televisión en el programa “¿Usted qué opina?”. En esa ocasión, Héctor Escobar fue el encargado de hablar del asunto. Desafortunadamente Héctor tenía poco de conocer el fenómeno de los anillos de hadas y tampoco entendió mi explicación sobre los análisis que hice del terreno, por lo que su presentación fue poco entendida. Tan es así que la señora Zita Rodríguez, que en ese entonces dirigía la revista “Reporte OVNI”, se atrevió a decir que los escépticos “tenían una gran imaginación”. Rodríguez escribió (14):
“Algunos ‘analistas escépticos’ del fenómeno OVNI, formularon la hipótesis de que estos círculos fueron creados ‘de la noche a la mañana’ por unos hongos de tipo carnoso de pie y sombrero que son muy comunes en nuestros bosques (…) Para su desarrollo tardarían varias semanas y los daños se verían en un período de uno a dos meses”.
La que tenía mucha imaginación y poca cultura era Zita, quien creía que nosotros imaginábamos un enorme hongo bajando del cielo y produciendo la huella. Tampoco sabía que, efectivamente, las setas podían aparecer “de la noche a la mañana”.
Por otra parte, nosotros nunca dijimos que las huellas que aparecieron en el cerro de La Estrella se debieran a hongos. Lo que encontramos, simplemente al entrevistar a la gente del lugar, era que tales círculos se habían formado porque ahí salían a entrenar a unos caballos. Atados de cuerdas se les hacía girar y habían llegado a formar esos surcos. Esto lo debería saber Zita, porque estuvo en el sitio y sólo hay dos explicaciones: o era muy mala investigadora y no preguntó a los vecinos por el fenómeno, u ocultó la explicación en aras de poder vender su revista.
Finalmente, en su artículo citado extrae un largo párrafo sacado de algún texto de educación secundaria, para darles una clase sobre los hongos a esos “escépticos tan imaginativos”, y de paso demostrar sus enormes conocimientos de “botánica”.
Ciertamente los artículos críticos sobre el tema de los anillos de hadas han tenido poca difusión, pero confío en que este artículo pueda, de una vez y para siempre, dejar el asunto zanjado y los ufólogos ya no vuelvan a mezclar esas cosas que se ven en el cielo con aquellos manjares tan suculentos de la tierra.
Hoy se sabe que la formación de estos anillos se debe a la maraña de hilillos microscópicos fungosos, el mycellium, enterrado bajo el círculo mágico.
Para comprender el mecanismo de crecimiento de los anillos es necesario tener en cuenta lo que es realmente un hongo. Los pequeños sombrerillos llamados carpóforos o setas no son sino la parte reproductora. La parte más grande del hongo, como un iceberg (6), está oculta bajo la tierra. Es el micelio, cuyas ramificaciones, constituidas de pequeñísimos filamentos, llamados hifas, pueden extenderse a más de un metro de profundidad. É0ste es el verdadero cuerpo o tallo del hongo. Estas ramificaciones microscópicas se les conoce vulgarmente con el nombre de “blanco de hongo”.
La función del micelio es la de conseguir el alimento. Ésa es la razón por la cual se extienden por el terreno en busca de nuevos nutrientes. Los micellia pueden alimentarse casi de cualquier cosa y crecer prácticamente en cualquier lugar, desde el suelo a la madera, hasta el vidrio o el cuero. Algunos crecen sobre materia orgánica, mientras que otros viven de los organismos vivos, ya como parásitos, ya como parte de un grupo simbiótico.
En el caso de los hongos que producen anillos de hadas, los subproductos de descomposición que aquellos producen, alimenta la hierba que crece encima del micelio subterráneo que siempre sale a flor de tierra. En consecuencia, la hierba sobresale del anillo.
La manera en que se forman los anillos de hadas es muy interesante. Supongamos que han nacido hongos en un punto determinado del suelo. Si las condiciones son favorables, particularmente si la humedad es elevada, van a proliferar alrededor de su punto de origen. Debajo de la tierra, por lo regular, los micelios crecen por igual en todas direcciones, de una forma radial. Al agotar las sustancias que los nutren, algunos de ellos van muriendo, pero otros, los que han avanzado más allá del círculo en donde se han agotado los nutrientes, tendrán oportunidad de fructificar y formar setas.
Estas setas dejarán caer sus esporas, que se desarrollarán en la parte exterior de este nuevo círculo, lo que provoca que la parte viva del hongo sea un anillo que se va extendiendo de forma radial. Este fenómeno se seguirá repitiendo de modo indefinido, pues las distintas generaciones de hongos agotarán las sustancias alimenticias del lugar en el cual vivieron. Así se irá formando un anillo que, a medida que el tiempo pase, tendrá mayores dimensiones, puesto que las nuevas setas irán creciendo y esparciéndose por la parte exterior en busca de su alimento.
Los corros de brujas se pueden apreciar incluso cuando el hongo todavía no ha producido las setas, ya que la acumulación de nitritos por parte del hongo hace que la hierba crezca con más vigor sobre éste, formando un corro de hierba más alta.
La formación de estos anillos refleja el modo en que crece el hongo si no tiene obstrucciones de tipo físico o biológico. En el laboratorio, los hongos pueden crecer hasta formar un círculo perfecto. Generalmente, en la naturaleza esto no ocurre, debido a diversos factores. Los hongos tienden a crecer siguiendo los sustratos favorables y manteniéndose alejados de las condiciones desfavorables (7). El ancho de estas zonas circulares es constante, no sobrepasando, generalmente, los 20 ó 30 centímetros.
El anillo aumenta de diámetro anualmente, como consecuencia del crecimiento subterráneo de su aparato vegetativo. Los anillos de hadas son colonias gigantes formadas después de muchos años de una dura lucha contra las condiciones ambientales. Se conocen casos de anillos de más de 70 metros de diámetro, a los que se les ha calculado una edad aproximada a los 400 años. Pero los más típicos se escalonan entre uno y cuatro metros.
La velocidad de crecimiento hacia el exterior depende de numerosos parámetros: naturaleza del suelo, de las plantas que ahí crecen y del propio hongo. El crecimiento puede oscilar entre 7.5 y 60 centímetros por año. En algunos casos, los hongos florecen durante dos o tres años hasta dejar exhausto el terreno, sin nutrientes, por lo que el mismo hongo llega a morir.
La zona de crecimiento acelerado de hierba se desplaza también con los hongos; y ello se debe a los abonos nitrogenados producidos por el ciclo ecológico del parásito; éste, por descomposición de las proteínas de la materia orgánica proveniente del suelo, libera amoniaco, que las bacterias transforman en nitritos, y después en nitratos. Pero este crecimiento, que presenta ciertas cualidades estéticas, lleva a un estado final de debilitamiento de la vegetación sobre una franja del anillo situada entre dos zonas estimuladas como consecuencia del efecto de los cambios fisicoquímicos del suelo, debidos al micelio.
Bajo condiciones tan desfavorables, toda la superficie del círculo resulta, al fin de cuentas, dañada y el anillo de hadas así formado puede, erróneamente, hacer pensar que se trata de una quemadura, no bien la hierba desecada tome un color rojizo o amarillento. Pero también cabe acotar que hay casos en los que se observan anillos rodeados de hongos sin menores efectos en la vegetación (8).
Algunos de estos anillos presentan una particularidad aún más sorprendente: las setas suelen aparecer de la noche a la mañana, como “por arte de magia”. Este fenómeno también tiene una explicación racional. Es bien conocido que todo ser vivo está compuesto, esencialmente, de agua: en el caso del hombre, el 70% de su peso es agua, pero este porcentaje aumenta al 90 ó 95% en el caso de los hongos y las algas. Ciertas especies pueden, en tiempos de sequía, reducirse mediante deshidratación al tamaño de una cabeza de alfiler, apenas visible. Al llegar la lluvia, la criptógama crece por absorción de agua a una velocidad tal, que de buena fe puede creerse que ha surgido de la nada. Todo el proceso puede ocurrir en una noche.
LA RELACIÓN CON LOS OVNIS
Desde la muy temprana época de los platillos volantes (años 50 y 60), los ufólogos intentaron establecer una relación entre los anillos de hadas, hongos y OVNIS. El hecho de que en algunos sitios aparecieran, de repente, enormes hongos que no estaban ahí el día anterior, o que en los prados se vieran zonas casi perfectamente circulares de anillos en donde la vegetación o bien, había crecido superando en tamaño a la que crecía fuera del círculo, o bien formando un anillo de terreno “seco y quemado”, dio lugar a que algunos teóricos de los OVNIS difundieran la idea de que algunos de estos aparatos habían aterrizado en esas zonas. Sus motores, decían, habían quemado la zona y la radiación había alterado la hierba haciéndola crecer de manera desproporcionada. Muchos de estos casos, la mayoría, se dieron en Argentina (9).
A principios de los 70 algunos ufólogos críticos (10, 11) se percataron de que estos fenómenos nada tenían que ver con los OVNIS y así lo dieron a conocer. No obstante, para la gran mayoría de los aficionados a los OVNIS y las nuevas generaciones que se acercan al tema, el asunto de los anillos de hadas continúa siendo parte integral del mito ufológico.
Allan Hendry, quien fuera director de investigaciones del CUFOS, presenta el caso en su “The UFO Handbook” (12), de un matrimonio que vivía en Galena, Illinois. La mañana del 7 de agosto de 1977 descubrieron un gran anillo en el patio trasero de su casa. Los testigos habían vivido en el sitio desde 1946 y nunca habían visto algo parecido. Le avisaron a su vecino y éste se comunicó al CUFOS diciendo que “nódulos de molibdeno o níquel formaron un anillo de tres o 3.5 metros”.
Hendry se dirigió de inmediato al sitio y encontró que en realidad tenía casi unos cuatro metros de diámetro por 20 centímetros de ancho. El prado estaba cubierto de pequeñas esferitas, parecidas a cabezas de los alfileres, y aglomeradas de forma muy compacta. Dentro del anillo había, además, tres manchas equidistantes que sugerían una especie de trípode o tren de aterrizaje. Pero la hierba no estaba aplastada, aunque sí estaba cubierta, por arriba y por debajo del suelo, con esa sustancia.
Al colectar las bolitas se vio que no eran metálicas y que se deshacían fácilmente, en un fino polvo, al tocarlas. El “nido de OVNI” se encontraba directamente bajo las ramas de un árbol y, a un lado, había varias líneas de tensión. Definitivamente un OVNI no podía haber aterrizado en ese lugar.
Hendry recolectó algunas muestras del material y lo llevó a analizar al Field Museum of Natural History, en Chicago. El veredicto fue “lodo de hongos” (Myxomycetes sporangia), un hongo primitivo. Este hongo comienza su crecimiento como una simple espora y va creciendo, de manera radial, en forma de gel transparente, unas cuantas pulgadas por día. Cuando entra en la fase de esporas, más o menos cuando el círculo que va formando, alcanza unos tres metros de diámetro, y se vuelve visible ya que adopta la forma de pequeñas microesféras de aspecto metálico.
Curiosamente cinco días después un investigador OVNI independiente envió muestras “de una sustancia dejada por dos OVNIS al aterrizar en un terreno al noroeste de la Universidad de Purdue en Indiana”. Hendry las identificó de inmediato como las esporas del Myxomycetes. Las muestras provenían de dos anillos adyacentes de ocho pies y once pulgadas de diámetro. Tanto los estudiantes de la universidad como el sheriff del condado, supusieron que las habían dejado dos OVNIS al aterrizar.
En México varios casos de aterrizaje investigados por el comité OVNI de la “Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica”, resultaron ser anillos de hadas (13). El caso de Tula, en particular, fue presentado en la televisión en el programa “¿Usted qué opina?”. En esa ocasión, Héctor Escobar fue el encargado de hablar del asunto. Desafortunadamente Héctor tenía poco de conocer el fenómeno de los anillos de hadas y tampoco entendió mi explicación sobre los análisis que hice del terreno, por lo que su presentación fue poco entendida. Tan es así que la señora Zita Rodríguez, que en ese entonces dirigía la revista “Reporte OVNI”, se atrevió a decir que los escépticos “tenían una gran imaginación”. Rodríguez escribió (14):
“Algunos ‘analistas escépticos’ del fenómeno OVNI, formularon la hipótesis de que estos círculos fueron creados ‘de la noche a la mañana’ por unos hongos de tipo carnoso de pie y sombrero que son muy comunes en nuestros bosques (…) Para su desarrollo tardarían varias semanas y los daños se verían en un período de uno a dos meses”.
La que tenía mucha imaginación y poca cultura era Zita, quien creía que nosotros imaginábamos un enorme hongo bajando del cielo y produciendo la huella. Tampoco sabía que, efectivamente, las setas podían aparecer “de la noche a la mañana”.
Por otra parte, nosotros nunca dijimos que las huellas que aparecieron en el cerro de La Estrella se debieran a hongos. Lo que encontramos, simplemente al entrevistar a la gente del lugar, era que tales círculos se habían formado porque ahí salían a entrenar a unos caballos. Atados de cuerdas se les hacía girar y habían llegado a formar esos surcos. Esto lo debería saber Zita, porque estuvo en el sitio y sólo hay dos explicaciones: o era muy mala investigadora y no preguntó a los vecinos por el fenómeno, u ocultó la explicación en aras de poder vender su revista.
Finalmente, en su artículo citado extrae un largo párrafo sacado de algún texto de educación secundaria, para darles una clase sobre los hongos a esos “escépticos tan imaginativos”, y de paso demostrar sus enormes conocimientos de “botánica”.
Ciertamente los artículos críticos sobre el tema de los anillos de hadas han tenido poca difusión, pero confío en que este artículo pueda, de una vez y para siempre, dejar el asunto zanjado y los ufólogos ya no vuelvan a mezclar esas cosas que se ven en el cielo con aquellos manjares tan suculentos de la tierra.
Anillos de Hadas
“Vosotros duendecillos,
que a la luz de la luna hacéis cercos de hierba amarga
que la oveja no quiere comer; y vosotros, que por diversión
criáis hongos nocturnos...”.
William Shakespeare en “La Tempestad”
Una gran cantidad de informes de presuntas huellas de OVNIS pueden entrar, luego de un riguroso examen y análisis de muestras, dentro de un rango bastante convencional, pero no por ello menos interesante: la explicación proporcionada por un curioso fenómeno natural conocido como Anillos de Hadas.
Los biólogos conocen con este nombre a aquellas bandas de crecimiento diferencial de vegetación, las que se pueden encontrar no sólo en los prados, sino también, en los campos de cereales (2), montes recién talados y, más comúnmente, en terrenos calcáreos.
Estos anillos son visibles aunque no hayan crecido ahí los carpóforos, más conocidas como setas, que son los cuerpos fructíferos de los hongos, y que pueden llegar a producir billones o trillones de esporas. Los anillos forman un círculo casi perfecto que, al final del verano, se cubre de setas.
En otras épocas, la presencia de estas bandas se atribuía a diversos agentes, tales como los relámpagos, las hormigas, los caracoles, las pacas de heno que se apilaban en los campos, etcétera. Para la mentalidad supersticiosa de la Edad Media esto era obra del diablo o “cosas de brujas”. Se decía que eran generados por bocanadas de vapores subterráneos, provenientes del infierno, o que el diablo mismo había caminado, durante la noche, dejando su huella mientras batía su mantequilla (3).
La teoría de que los anillos eran producto de los relámpagos fue muy socorrida en el siglo XVIII. El padre Marranzino cita un pareado de Erasmus Darwin (1731-1802), abuelo del naturalista inglés, que en 1789 escribía:
“De oscuros nubarrones salta veloz el rayo
hendiendo el fuerte roble o haciendo el corro mágico”.
El mismo Erasmus Darwin escribió:
“Existe un fenómeno, al parecer de naturaleza eléctrica, al que aún no se ha conseguido explicar: me refiero a lo que en lenguaje popular se llaman los corros de hadas que, con tanta frecuencia aparecen en los prados.
“A veces, los segmentos mayores o más predominantes de nubes que van descendiendo gradualmente a medida que se desplazan, descargan el agua que transportan en las zonas más húmedas de las llanuras herbosas. Ahora bien, este mamelón o extremo de la nube, adquiere, al ser atraído hacia la tierra, una forma casi cilíndrica, de manera parecida a lo que ocurre con la lana suelta de la rueca al hilarla, y despide al suelo un chorro de electricidad de dos a diez yardas de diámetro, pero sólo la parte exterior del cilindro quema la hierba”.
Ahora sabemos que Darwin estaba equivocado, pero durante mucho tiempo estas teorías fueron aceptadas como buenas.
A estas curiosidades (los anillos de hadas) se les conoce con diversos nombres: salones de baile de las hadas, terrenos de las hadas, cohortes de hadas, corros de brujas o anillos de brujas. Estas formaciones están relacionadas con las brujas, hadas, duendes y demás seres mitológicos en casi todas las culturas y lenguas.
En Alemania se creía que tales anillos se formaban cuando las brujas salían en la noche de Walpurgis (4) para danzar en los campos. En Holanda se creía que eran producto del diablo, por lo que se suponía que, si alguna vaca los pisaba, su leche daría pésima mantequilla. En Francia se afirmaba que albergaban sapos gigantescos de ojos saltones. Los italianos lo conocen por el nombre de Cerchi delle Streghe (círculos de las brujas), porque creían que ahí hacían sus reuniones nocturnas. Los catalanes les llaman Candeles de bruch (luces de las brujas). En nuestra época tecnológica lo más común es que las mentes simples los atribuyan al aterrizaje de un OVNI.
Las tradiciones europeas que consideran a las hadas como responsables de tales círculos fueron recopiladas por el investigador americano Walter Yveling Evans Wentz (5). Según estas leyendas:
“Las hadas existen y es en los anillos donde, a veces, se las suele ver bailar. La hierba jamás crece alta en los bordes del anillo, pues es de la especie más corta y fina. En el centro crecen, en círculo, las setas de las hadas en las que éstas toman asiento. Las hadas son muy menuditas y gustan de cantar y bailar. Llevan libreas verdes y, a veces, bonetes y casacas rojas”.
Adrien Leroux, de Lincy, en sus “Livres des légendes” refiere que las hadas en Noruega eran seres de gruesa y enorme cabeza, piernas diminutas y brazos desmesurados. Estos seres reciben diversos nombres según la región de Europa donde nos encontremos: hadas. elfos, gnomos…
“Se les atribuye la creación de los círculos verde brillantes, llamados elfdans, que a veces se ven en los prados. Incluso hoy en día, cuando un campesino danés descubre uno de estos círculos al alba, dice que allí han ido los elfos a bailar durante la noche”.
que a la luz de la luna hacéis cercos de hierba amarga
que la oveja no quiere comer; y vosotros, que por diversión
criáis hongos nocturnos...”.
William Shakespeare en “La Tempestad”
Una gran cantidad de informes de presuntas huellas de OVNIS pueden entrar, luego de un riguroso examen y análisis de muestras, dentro de un rango bastante convencional, pero no por ello menos interesante: la explicación proporcionada por un curioso fenómeno natural conocido como Anillos de Hadas.
Los biólogos conocen con este nombre a aquellas bandas de crecimiento diferencial de vegetación, las que se pueden encontrar no sólo en los prados, sino también, en los campos de cereales (2), montes recién talados y, más comúnmente, en terrenos calcáreos.
Estos anillos son visibles aunque no hayan crecido ahí los carpóforos, más conocidas como setas, que son los cuerpos fructíferos de los hongos, y que pueden llegar a producir billones o trillones de esporas. Los anillos forman un círculo casi perfecto que, al final del verano, se cubre de setas.
En otras épocas, la presencia de estas bandas se atribuía a diversos agentes, tales como los relámpagos, las hormigas, los caracoles, las pacas de heno que se apilaban en los campos, etcétera. Para la mentalidad supersticiosa de la Edad Media esto era obra del diablo o “cosas de brujas”. Se decía que eran generados por bocanadas de vapores subterráneos, provenientes del infierno, o que el diablo mismo había caminado, durante la noche, dejando su huella mientras batía su mantequilla (3).
La teoría de que los anillos eran producto de los relámpagos fue muy socorrida en el siglo XVIII. El padre Marranzino cita un pareado de Erasmus Darwin (1731-1802), abuelo del naturalista inglés, que en 1789 escribía:
“De oscuros nubarrones salta veloz el rayo
hendiendo el fuerte roble o haciendo el corro mágico”.
El mismo Erasmus Darwin escribió:
“Existe un fenómeno, al parecer de naturaleza eléctrica, al que aún no se ha conseguido explicar: me refiero a lo que en lenguaje popular se llaman los corros de hadas que, con tanta frecuencia aparecen en los prados.
“A veces, los segmentos mayores o más predominantes de nubes que van descendiendo gradualmente a medida que se desplazan, descargan el agua que transportan en las zonas más húmedas de las llanuras herbosas. Ahora bien, este mamelón o extremo de la nube, adquiere, al ser atraído hacia la tierra, una forma casi cilíndrica, de manera parecida a lo que ocurre con la lana suelta de la rueca al hilarla, y despide al suelo un chorro de electricidad de dos a diez yardas de diámetro, pero sólo la parte exterior del cilindro quema la hierba”.
Ahora sabemos que Darwin estaba equivocado, pero durante mucho tiempo estas teorías fueron aceptadas como buenas.
A estas curiosidades (los anillos de hadas) se les conoce con diversos nombres: salones de baile de las hadas, terrenos de las hadas, cohortes de hadas, corros de brujas o anillos de brujas. Estas formaciones están relacionadas con las brujas, hadas, duendes y demás seres mitológicos en casi todas las culturas y lenguas.
En Alemania se creía que tales anillos se formaban cuando las brujas salían en la noche de Walpurgis (4) para danzar en los campos. En Holanda se creía que eran producto del diablo, por lo que se suponía que, si alguna vaca los pisaba, su leche daría pésima mantequilla. En Francia se afirmaba que albergaban sapos gigantescos de ojos saltones. Los italianos lo conocen por el nombre de Cerchi delle Streghe (círculos de las brujas), porque creían que ahí hacían sus reuniones nocturnas. Los catalanes les llaman Candeles de bruch (luces de las brujas). En nuestra época tecnológica lo más común es que las mentes simples los atribuyan al aterrizaje de un OVNI.
Las tradiciones europeas que consideran a las hadas como responsables de tales círculos fueron recopiladas por el investigador americano Walter Yveling Evans Wentz (5). Según estas leyendas:
“Las hadas existen y es en los anillos donde, a veces, se las suele ver bailar. La hierba jamás crece alta en los bordes del anillo, pues es de la especie más corta y fina. En el centro crecen, en círculo, las setas de las hadas en las que éstas toman asiento. Las hadas son muy menuditas y gustan de cantar y bailar. Llevan libreas verdes y, a veces, bonetes y casacas rojas”.
Adrien Leroux, de Lincy, en sus “Livres des légendes” refiere que las hadas en Noruega eran seres de gruesa y enorme cabeza, piernas diminutas y brazos desmesurados. Estos seres reciben diversos nombres según la región de Europa donde nos encontremos: hadas. elfos, gnomos…
“Se les atribuye la creación de los círculos verde brillantes, llamados elfdans, que a veces se ven en los prados. Incluso hoy en día, cuando un campesino danés descubre uno de estos círculos al alba, dice que allí han ido los elfos a bailar durante la noche”.
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